Esta fue la última sesión del curso, en ella nos repartió el profesor una hojita con una semilla impresa y nos dijo que anotáramos al reverso un brote y una raíz. Donde el brote fue algo que empezamos a hacer, algo que cambiamos a lo largo del curso, mientras que la raíz era algo más profundo, como un cambio de pensamiento o algo que hayamos aprendido y sea muy significativo para nosotros. En mi caso fueron haberme aventurado a entrar a Techo y darme cuenta de que sí puedo hacer un cambio hoy por pequeño que sea y es valioso.
Después nos puso una cajita al frente del salón en donde había una notita con dos frases significativas que el profesor eligió para el curso y con una semillita anexada y una estrellita y nos dijo que los que quisiéramos pasáramos al frente, tomáramos nuestro regalito y dijéramos unas palabras acerca de lo que habíamos sentido en el curso o de lo que habíamos aprendido, en fin, lo que quisiéramos. Esto fue una experiencia simplemente maravillosa, escuchar lo que decían mis compañeros fue muy enriquecedor e inclusive algunos compartieron un poco más de ellos y sus vidas personales haciendo que en serio la actividad tomara un sentido mucho más íntimo y no sé, increíble, fue una muestra final de lo mucho que crecimos y nos unimos. Es me honra decirlo, la clase en la que el grupo dejó de ser sólo un grupo, salimos siendo mucho más que eso y es algo que jamás olvidaré.
Finalmente, nos presentó un video con un acto de fé bien marcado y lleno de esperanza. El video fue de Tlaxco y como ahí se ha estado construyendo un estilo de vida sustentable. Aquí nos dicen como el Proyecto San Isidro se ha dedicado a la generación y construcción de eco-casas y a la renovación de un ecosistema que estaba muerto y cómo este ha ido renaciendo junto con las personas que habitan el lugar. Creo que es un ejemplo de un acto de fé, porque dice que lo comenzó un señor hace ya varios años y que empezó a sembrar la idea y proyecto en todas y cada una de las personas de la comunidad y pues él murió sabiendo que no podría apreciar ni disfrutar del producto de su proyecto pero sabiendo o con la esperanza y fé de que le dieran seguimiento y no se olvidaran de lo que quería hacer y cambiar.
Siento que nuestro trabajo a veces consiste en eso, actos de fé y debemos de entregarnos a ellos aunque nosotros mismos no seamos capaces de cosechar los frutos de ese trabajo, porque le daremos a la siguiente generación un incentivo para que ellos siembren cosas que las siguientes generaciones puedan disfrutar haciendo así un círculo virtuoso en el que todos formamos un equilibrio y buscamos el beneficio común.
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