jueves, 24 de enero de 2013

Telaraña

Este fué el primer día de la clase de Responsabilidad Social y Ciudadana.
Para empezar la clase y romper un poco el hielo, empezamos arreglando el salón para que pudiéramos hacer una actividad en grupo. Ésta consistió en que alguien tomaba un como carrete de hilo grueso y una vez en sus manos, nos contaba acerca de él o ella. Algunas de las cosas que nos dijeron fueron su nombre, carrera, semestre, intereses, expectativas de la clase y también si habían participado alguna vez en un proyecto de servicio social. Una vez que nos contaban estas cosas y cualquier otra adición personal que gustaran, pasaban el carrete a otra persona, la que fuera sin que ellos soltaran el extremo desenredado del hilo, formando así una red tejida por todos los compañeros del salón. La dinámica terminó con el profesor, Luis Gerardo, quien también nos contó un poco acerca de él y su familia, y aunque nos preguntó si había algo que quisiéramos saber en especial, a nadie se nos ocurrió algo que preguntar en ese momento, así que para terminar puso una como tapita de caja sobre el tejido que formamos todos y sobre ella colocó una pelotita de goma del mundo y nos djio que qué opinábamos acerca de eso, que qué era lo que entendíamos por la actividad y especialmente por esa última cosa que hizo.

Personalmente, creo que cuando puso al mundo en nuestras manos casi literalmente, todos dejamos de jugar con los hilos y empezamos a tratar de mantener un equilibrio, a balancear la tapa con la pelotita encima para evitar que se cayera. Fue entonces que caí en la cuenta de que el objetivo de la actividad se había cumplido, aún sin saberlo, todos nos unimos por un mismo objetivo sin ponernos de acuerdo y cuidando lo que hacíamos para que no afectara a este equilibrio que procurábamos mantener. Y eso no fue todo, en la reflexión que hicimos entre todos y en la que cada uno expuso cómo se había sentido, todos estábamos de acuerdo en muchas cosas, pero más importante que todas, en que todos éramos uno, estábamos conectados y que lo que hiciera uno iba a repercutir en los otros de manera positiva o bien negativa. Y el profesor nos explicó que no sólo funcionaba ese pensamiento y forma de acción en la actividad, sino en el mundo, ya que cuando uno ayuda al prójimo de manera directa o indirecta, se va haciendo un equilibrio y dejamos de inclinar la balanza hacia un lado o hacia el otro, simplemente empezamos a coexistir en armonía con nosotros mismos y con los que nos rodean.

Esta parte me gustó, porque siempre he pensado que todos somos uno, que estamos conectados, y que no importa que tan grande o pequeño seas, siempre hay algo que tú puedes aportar para mejorar lo que te rodea. Y no sólo hablando de acciones sociales, sino incluso de responsabilidad y conciencia ecológica, porque si bien podemos ayudarnos a salir adelante con nuestras vidas abriendo oportunidades y posibilidades inimaginables, debemos cuidar de igual manera a nuestro planeta, sólo tenemos uno y la verdad es increíble así que hay que cuidarlo, pensar las cosas que haremos antes de hacerlas y tomar en cuenta no sólo como afectaría esa acción o decisión a mi persona, sino a los demás que me rodean y al mundo en el que existimos. Creo que fue una excelente manera de empezar este curso porque explicó de manera sencilla y a la vez profunda una parte esencial del curso y de la vida. Sin mencionar que me dejó con un grato sabor de boca debido a que aún inconscientemente, todos queremos lo mejor y estamos dispuestos a sacrificar y exigirnos un poco más de nosotros para hacer una diferencia.

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